domingo, 21 de octubre de 2012

RECOMENDACIONES PARA ELEGIR CALZADO ADECUADO



En varias ocasiones hemos hablado sobre el dolor de pies causado por diferentes patologías y de su tratamiento de fisioterapia.
         Hoy me gustaría dar unas putas para elegir el calzado de forma adecuada, y así prevenir muchos de los problemas que a menudo presentan nuestros pies. Por lo general, no somos conscientes que lo importante que es para nuestra salud la elección de un buen calzado.
         Como regla general, hay que elegir un zapato según el tipo de actividad que vamos a realizar. No es lo mismo que estés la mayor parte del día sentado, a que te pases la jornada completa caminando. Como pautas generales elegiremos un zapato que tenga entre 3-4 cm de tacón, lo suficientemente ancho por delante para que no comprima los dedos y los metatarsianos, de puntera redondeada o cuadrada, tejido flexible que permita el correcto movimiento del pie y un contrafuerte firme pero que no nos apriete demasiado.
         En el deporte se pueden prevenir muchas lesiones utilizando el zapato más apropiado según la forma del pie y el tipo de ejercicio. Aquí es de especial importancia que exista una cámara de aire para amortiguar el impacto del pie sobre el suelo, que la suela proporcione suficiente agarre, que sea flexible por la parte delantera y más firme (sin apretar) en la parte del talón. Ni que decir tiene que la longitud del zapato debe ser la idónea según el pie (nada de cegarnos pidiendo nuestro numero de siempre si sentimos que nuestro pie no está confortable dentro del zapato). Aparte de todo esto, últimamente podemos seleccionar un zapato pronador, supinador o neutro. Para saber qué tipo de pisada tenemos podemos estudiar nuestra huella: si no aparece una huella en forma de C en la parte interior del pie, probablemente estemos ante un pie pronador o plano. Si la C está bien pronunciada, tendremos un pie supinador o cavo y si observamos una C intermedia, tendremos un pie neutro. Si adaptamos el zapato a nuestra forma de pisar, ayudaremos a realizar un apoyo más correcto y conseguiremos prevenir lesiones en nuestros miembros inferiores.

martes, 9 de octubre de 2012

ROTURAS FIBRILARES Y FISIOTERAPIA



Una de las lesiones mas frecuentes del tejido muscular es la rotura fibrilar. La vemos a menudo en la práctica deportiva o en ciertos puestos de trabajo en los que se exige un trabajo muscular intenso.
La mayoría de las veces está causada por un sobreesfuerzo o un traumatismo y otras veces es causada por la fatiga crónica del músculo sometido a esfuerzos continuos.
Para prevenirlas, se recomiendan los famosos ejercicios de calentamiento y estiramientos antes y después de la  actividad intensa, ya sea deportiva o laboral.
Una vez producida la rotura, se clasifican en tres grados según la gravedad: en el grado I o “tirón” apenas ha habido fibras dañadas, se presenta con dolor y con un mínimo o nulo hematoma. Las de grado II ya afectan a un mayor número de fibras y podemos encontrar en el músculo el signo del escalón, que es una depresión justo donde se ha producido la lesión. El hematoma es mayor al igual que el dolor y la persona tiene que parar la actividad. En las roturas grado III la afectación es casi completa o completa y es necesaria la intervención quirúrgica (roturas totales del vientre muscular o desinserción del hueso). La actividad del musculo se hace imposible.
En las dos primeras es donde la fisioterapia puede actuar desde las 24 horas de producirse. En las primeras horas es muy importante aplicar frío, un vendaje compresivo, elevar el miembro afecto y permanecer en reposo. El tratamiento de fisioterapia va encaminado en los primeros días a disminuir el edema y el hematoma, para limpiar cuanto antes la zona de los desechos que se producen en el proceso inflamatorio y facilitar la correcta cicatrización del nuevo tejido. Aplicaremos técnicas de drenaje linfático, kinesiotaping, o vendajes funcionales que ayuden a limitar el movimiento inadecuado del músculo lesionado. Poco a poco se van introduciendo otras técnicas como electroterapia para el dolor, ultrasonidos, acupuntura, masaje, estiramientos suaves y vuelta progresiva a la actividad física hasta la completa cicatrización. En el grado I unos diez días son normalmente suficientes y en las de grado II se prolongará durante tres semanas, aunque se podrá alargar mas dependiendo del alcance de la lesión.

miércoles, 3 de octubre de 2012

PARALISIS BRAQUIAL OBSTETRICA



Durante el nacimiento  se pueden producir una serie de problemas que  dan lugar a complicaciones de tipo traumático como fracturas (clavícula, humero…), luxaciones o subluxaciones de articulaciones (hombro, cadera) o lesiones  neurológicas (parálisis de algún nervio o alteraciones de la sensibilidad).
Hoy vamos a hablar de la parálisis braquial obstétrica, que consiste en la parálisis del brazo del recién nacido provocada por la distensión de los nervios que salen desde la columna cervical hacia el miembro superior, este grupo de nervios se denomina plexo braquial.
Esta afección es mas frecuente en partos con niños de alto peso (mas de 4kg) en los que tras salir la cabeza el brazo se queda “atascado”, o en niños prematuros que se presentan  de nalgas o de pies.
Según el grado se afectación de las raíces nerviosas y el numero de raíces afectadas, tendremos varios tipos de parálisis y diferentes niveles de gravedad.
En el bebé, observaremos en las primeras semanas que no mueve el miembro afectado o que lo mueve menos que el sano, y que la musculatura esta debilitada, no pudiendo desencadenarse los reflejos normalmente presentes en los recién nacidos, puede estar también afectada la movilidad de la mano y la muñeca. Si la lesión no se restaura completamente, es posible que  queden algunas secuelas que se verán a medida que el niño vaya creciendo, como falta de integración de ese miembro en el esquema corporal, disminución de la fuerza muscular y de la movilidad, acortamiento, etc.
Una vez diagnosticada la parálisis, el tratamiento de fisioterapia comenzará urgentemente, en las primeras semanas de vida. En los casos más leves, continuará hasta los 6 meses aproximadamente y en los más graves el tratamiento continuará hasta los 5 años, intentando minimizar las secuelas que esta afección pueda dejar en el niño. El tratamiento consistirá en enseñar a los padres la forma mas correcta de mover al niño para vestirlo, asearlo, alimentarlo, se movilizará el miembro afectado con cuidado, se realizaran masajes, estiramientos y estímulos para potenciar la musculatura afectada y mejorar la circulación y paulatinamente, se irán agregando una serie de ejercicios de coordinación y fuerza, según la edad y la evolución del niño para que el brazo se integre correctamente en el esquema corporal. En algunas ocasiones será necesaria la cirugía, y también se realizará un tratamiento de fisioterapia pre y postoperatorio.